Mi historia…

Hace años cogí un folio en blanco y empecé a escribir la vida que realmente quería tener.

Mis hijas fueron mi motor e inspiración. La vida tan ingrata que llevaba también me hizo reaccionar. Elegí volar y demostrarme a mi misma y al mundo entero que la vida puede ser genial.

Eterna aprendiz, enamorada de las metáforas y la enseñanza creativa y vivencial, empecé a compartir con otras personas mi experiencia. Desde entonces ayudo a madres, padres e hij@s a tener una familia conectada.

Entendí que la familia es un sistema en el que cada pieza es única y valiosa. Tenemos talentos que podemos poner al servicio del bien común, y tod@s nos beneficiamos. En la familia no competimos. Colaboramos, contribuimos y nos ayudamos.

Tuve una infancia feliz: un padre y una madre que lo hicieron lo mejor que supieron, una vida acomodada y amig@s con los que divertirme. Era una niña buena, alegre, complaciente y responsable. Todas estas etiquetas me marcaron, y mi vida no fue exactamente lo que había soñado.

Un matrimonio complicado, dos niñas con muchos problemas y un trabajo que odiaba eran los protagonistas de la historia de mi vida. María, la mayor, nació con 550 gramos, gran prematura y expectativas de vida nada optimistas. Adoptamos a Lola después de un largo embarazo de siete años.

Me hundía. Mi cuerpo me estaba avisando. Toqué fondo y me divorcié. Desde ese punto ya solo me quedaba salir a flote. Y una vez en la superficie me levanté y empecé a volar.

Aprendí de mis errores y busqué soluciones. Hoy tengo la vida que realmente quiero: dos hijas que crecen felices, un nuevo marido que me quiere y una mochila llena de aprendizajes. Una vida real, con problemas claro, pero alineada con lo que pienso, siento, digo y hago.

Además de todos los años de formación y experiencia laboral te ofrezco mi experiencia personal. Esto es lo mejor que puedo regalarte: mis miedos, mis desánimos, mi resiliencia y ganas de luchar, mi optimismo y entusiasmo. En mi casa había mucho sufrimiento, mucha desesperanza, mucha oscuridad. Se como te sientes. He llorado, me he frustrado y he tenido tentaciones de rendirme. Cuando aprendí cómo vivir de otra forma el cambio fue auténtico y profundo. El disfrute y satisfacción por vivir no han parado desde entonces.

Tuve una infancia feliz: un padre y una madre que lo hicieron lo mejor que supieron, una vida acomodada y amig@s con los que divertirme. Era una niña buena, alegre, complaciente y responsable. Todas estas etiquetas me marcaron, y mi vida no fue exactamente lo que había soñado.

Un matrimonio complicado, dos niñas con muchos problemas y un trabajo que odiaba eran los protagonistas de la historia de mi vida. María, la mayor, nació con 550 gramos, gran prematura y expectativas de vida nada optimistas. Adoptamos a Lola después de un largo embarazo de siete años.

Me hundía. Mi cuerpo me estaba avisando. Toqué fondo y me divorcié. Desde ese punto ya solo me quedaba salir a flote. Y una vez en la superficie me levanté y empecé a volar.

Aprendí de mis errores y busqué soluciones. Hoy tengo la vida que realmente quiero: dos hijas que crecen felices, un nuevo marido que me quiere y una mochila llena de aprendizajes. Una vida real, con problemas claro, pero alineada con lo que pienso, siento, digo y hago.

Además de todos los años de formación y experiencia laboral te ofrezco mi experiencia personal. Esto es lo mejor que puedo regalarte: mis miedos, mis desánimos, mi resiliencia y ganas de luchar, mi optimismo y entusiasmo. En mi casa había mucho sufrimiento, mucha desesperanza, mucha oscuridad. Se como te sientes. He llorado, me he frustrado y he tenido tentaciones de rendirme. Cuando aprendí cómo vivir de otra forma el cambio fue auténtico y profundo. El disfrute y satisfacción por vivir no han parado desde entonces.

Mis hijas son mi motor e inspiración

María nació con 550 gr. y es un ejemplo de superación y resiliencia, cumpliendo su sueño de ser maestra. Lola es luz, eterna defensora de los animales y pozo de sabiduría.

Criarlas no ha sido fácil pero ha sido apasionante.

Siguen sacando lo mejor de mi y me ilusiona dejar huella en sus vidas. Mi legado para ellas es mi forma de ser, mi forma de acompañarlas, y mi forma de quererlas de manera incondicional.

Mis valores, los vivo

Responsabilidad, honestidad, respeto y consideración

Equilibrio, orden, coherencia y calma

Creatividad, diversión, conexión y optimismo

Generosidad, resiliencia, constancia y bondad

¿Cómo llegué a la vida que quiero?

Me licencié en Derecho, en la UCM, con muy buenas notas y rápidamente monté mi propio despacho de abogados. Siempre tuve espíritu emprendedor. Aquel trabajo me gustaba al principio.

Después tuve mi primera hija y ya nada volvió a ser igual. ¡Primeriza y con una niña de 550 gramos! Me decían que era una madraza, y yo en cambio me sentía muy perdida. Llegó la segunda y los problemas seguían creciendo hasta que acepté y asimilé que mi hogar se había convertido en un campo de batalla. Gritos, faltas de respeto y disgustos diarios hacían imposible la convivencia. Decidí separarme y empezar de cero. Y así, buscando soluciones a mi problema familiar y laboral es como encontré el Coaching, que cambió mi vida para siempre.

Empecé a trabajar con niños y adolescentes en procesos de Coaching, pero sentía que me faltaban piezas en el puzzle. Las madres y los padres me traían a sus hij@s porque ya no podían mas. Yo me esforzaba y obtenía buenos resultados con los chavales, pero los problemas familiares persistían. Y claro, por mucho que trabajes con una parte de la familia, nada cambia realmente hasta que todos entienden que son parte del problema. Además el Coaching no me ofrecía todas las herramientas que yo necesitaba y que ahora si tengo.

Sentía que incluso con mis hijas faltaba conexión. Ese deseo por conectar con ellas me condujo a la Disciplina Positiva. Primero la apliqué en mi propia familia y mas tarde me certifiqué y la integré en mi trabajo. La DP me aportó aquello que me faltaba: una filosofía de vida muy respetuosa y amable, a la vez que lo suficientemente clara y firme para aprender a poner límites. Hasta ese momento andaba en un baile loco; del autoritarismo cuando no conseguía que me escucharan a la permisividad cuando quería acercarme a ellas. Esta nueva forma de educar me cautivó: respetar a mis hijas sin dejar de respetarme a mi, enfocarme en soluciones y aprender de los errores. Conexión antes de corrección y un sin fin de aprendizajes que marcaron un antes y un después.

Mi incansable placer por aprender junto con una curiosidad frenética por descubrir los orígenes de la DP me llevaron directamente a la Psicología Adleriana. En ella encontré coherencia, sabiduría y sentido común. Me proporcionó estructura y orden. Un mapa para no perderme. Me hizo entender que la infancia es la etapa que prepara a los niñ@s para la vida adulta. La infancia no puede ser exclusivamente una etapa separada del resto de nuestra vida en la que todo es fácil y bonito. La vida adulta no será fácil y bonita únicamente. También será dura y difícil. Si no les entrenamos para la vida real, ahora que son niñ@s, serán adultos frustrados, perdidos y desanimados.

Por último me formé en Comunicación No Violenta (CNV), un complemento perfecto al resto de disciplinas. Cuando aprendes a comunicarte de esta forma la percepción de tu realidad cambia. La empatía, la escucha activa, la gratitud y la compasión hacia ti y hacia los demás te enseñan otras formas de comunicación mucho mas pacífica y efectiva.

¡Con este cuarteto de ases me siento poderosa y capaz. Si tu quieres te cuento mas!