Especialista en dinámicas, conflictos y relaciones familiares

La familia es un valor fundamental en mi vida. Por ello he querido centrar mi trabajo en ella. Esta necesidad vital de poder contribuir al bienestar de otras familias se debe en gran medida a mi propio fracaso familiar. Aquello que yo no encontré, que no supe hacer, que me superó es lo que quiero ofrecerte. Ojalá pueda ayudaros a sentir mejor y tener una familia conectada.

Hubiera estado genial cuando nació mi hija mayor, haber podido realizar algún taller o curso sobre crianza consciente y respetuosa. Pero antes deberíamos haber trabajado nuestra relación de pareja. Cuando los problemas eran ya casi insalvables me hubiera encantado encontrar un profesional que nos hubiera atendido como familia, y no la ristra de terapeutas independientes que nos trataron por separado, de forma aislada e inconexa.

La familia es un ente con vida propia, y como tal hay que tratarlo. Es un sistema amplio y complejo que está integrado por distintas piezas. La forma en la que cada miembro aprende a pertenecer, a estar en su familia y ocupar el lugar que le corresponde es lo que se traducirá en un hogar en calma o un hogar alterado, en llamas. Creo firmemente que para que haya cambios profundos en las dinámicas, conflictos y relaciones que hay dentro de una familia debemos indagar dónde está la raíz del problema, y observar los distintos niveles para averiguar dónde se encuentra el verdadero conflicto. Puede que estén involucrados varios niveles o solo uno. De nada sirve trabajar con toda la familia al completo si el problema está muy instalado en el padre por ejemplo, o al contrario, de nada servirá trabajar con un hijo exclusivamente si el problema es mas amplio, es familiar, relacionado por ejemplo con la forma de pertenecer de cada miembro y la forma en que ese sistema ha aprendido a relacionarse.

Me gusta mucho utilizar metáforas para explicar las ideas que quiero transmitirte. La familia es como un edificio en construcción. Primero se asientan los cimientos, sólidos y duraderos. Después se levanta el primer piso, el segundo, y así sucesivamente hasta llegar al ático, donde puedes disfrutar de las mejores vistas. El primer nivel, los cimientos, son los individuos que forman esa familia: la madre, el padre, el hij@ mayor, el hij@ del medio, el hij@ menor, etc. Cada una de estas personas se relaciona con los demás y se forma el siguiente nivel, que serían el primer piso, el segundo, el tercero, representando así los distintos subgrupos que hay en una familia: la pareja, los hijos, los hermanos, o los padres. El último nivel, el ático, es el grupo completo, la familia. Cada nivel se tiene que construir con mimo para que los demás no se caigan. Siguiendo con la metáfora del edificio, para apagar el incendio que podría destruir al bloque entero, tenemos que averiguar en qué nivel se inició el fuego.

Indago y actúo en el nivel que corresponde

A nivel individual, con cada miembro de la familia por separado:

una madre, un padre, un hijo adolescente, preadolescente o un hijo pequeño puede tener una dificultad particular. En este caso atiendo a las necesidades personales de cada uno. Una madre que quiere conectar con sus hijos, un hijo que sufre bulling en el colegio, un padre adicto al trabajo. Son problemas individuales y personales que aunque tienen un impacto en la familia no requieren trabajarse de forma conjunta.

A nivel grupal, con una sola parte de la familia o subgrupo,

sanando problemas sobre todo de pareja, de hermanos, o de uno de los progenitores con algún hijo en particular. Son casos en los que el conflicto se centra e identifica muy claramente en estos grupos. Si en una familia el problema es que los padres se relacionan mal entre ellos, pero bien con sus hij@s, lo que hay que sanar es ese vínculo de pareja. Si lo que pasa es que dos herman@s no se pueden soportar pero conviven perfectamente con sus padres o resto de herman@s si los hubiera, se trabaja esa relación fraternal. Y así con todas las posibilidades que existan.

A nivel sistémico, con la familia al completo,

cuando los problemas afectan a la totalidad del grupo. Algunas veces reina una absoluta falta de comunicación y conexión. Cada cual funciona de forma independiente y no existe ningún tipo de interactuación. La familia está fría. Otras veces el problema radica en que reina una absoluta falta de respeto familiar que se traduce en gritos y broncas habituales. Son familias que viven en continua tensión, estrés, y cabreo. La familia está que arde. Y así podría enumerar tantos casos como familias en apuros existen.